El tema que he elegido para tratar la atención a la diversidad es la discapacidad visual, es decir, la ceguera, la falta o la pérdida de visión (parcial o total).
Me parece un tema muy importante, interesante y de gran relevancia educativa, puesto que genera una serie de barreras que hemos de intentar salvar para lograr una educación exitosa. Asimismo, me resulta atractivo desde mi perspectiva de especializado en música, intentar tratar este problema enfatizando o utilizando el resto de sentidos, como puede ser en este caso el oído.
La discapacidad visual engloba un amplio espectro de condiciones oculares y de capacidades visuales de modo que aglutina tanto la ceguera como la deficiencia visual en sus distintos grados de pérdida de visión.
El nivel anatómico en esta discapacidad es de suma importancia, pues es el que condiciona a las personas que la sufren a perder uno de sus sentidos. Su percepción y la información que reciben del entorno cambia considerablemente. Esto ocurre independientemente de si el momento de aparición ocurre de forma congénita o adquirida, aunque este último factor es importante en el nivel funcional, puesto que de haber sufrido la discapacidad visual desde la infancia el desarrollo de la persona se habrá visto afectado en un mayor grado y durante un periodo más largo de tiempo.
Entrando, por lo tanto, en el nivel funcional, la discapacidad visual en sí misma no produce retrasos en el desarrollo de los niños que la sufren, sino que este se rige por otras normas y es diferente. De esta forma, nos encontraríamos con que, de existir en edades tempranas de la infancia, implicaría graves problemas en el desarrollo de la movilidad y la exploración temprana, el desarrollo motor, el desarrollo cognitivo y el desarrollo comunicativo y social.
Esta discapacidad también restringe a los que la sufren impidiéndoles llevar una vida plena o normativa en actividades de la vida diaria, en la participación social y las relaciones y en la salud y la calidad de vida.
Por estas razones esta discapacidad supone un importante riesgo en la vida de la persona. Comenzando a explorar posibles medidas que faciliten una participación y una mejora del desarrollo, intentaríamos potenciar ciertos factores de protección como son: recursos personales (estrategias de afrontamiento, actitudes positivas hacia la discapacidad, sensación de control) y recursos sociales (apoyo social e instrumental). Otros mecanismos de ayuda concretos para las personas con discapacidad visual que resultan evidentes son el uso y el aprendizaje del Braille en el aula. También como mencionaba anteriormente, el potenciamiento del resto de sentidos y habilidades del alumno. Si, por ejemplo, tiene aptitudes musicales, potenciar las mismas y enfocar su aprendizaje en aquellas áreas en las que su desempeño es motivante, satisfactorio y exitoso.
Estas herramientas de inclusión y atención a la diversidad deberían encontrarse integradas en el sistema educativo, y su puesta en marcha debería ser inmediata y eficaz. Otras medidas más globales incluirían la definición de la educación inclusiva como un derecho y la puesta en marcha de una política integral que fomente y mejore estos aspectos.
La principal conclusión es, por lo tanto, que este cambio beneficiaría indudablemente a las personas con discapacidad visual, mejorando su desarrollo educativo (asegurando de esta manera el acceso inclusivo a la educación por parte de todas las personas) y en consecuencia su calidad de vida.
Recursos:
https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/003040.htm
Informe 2019 de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad en España
1978. Informe Warmock: necesidades educativas especiales. Alumnos con trastornos del aprendizaje. Alumnos con problemas de conducta
https://www.once.es/dejanos-ayudarte/la-discapacidad-visual
https://www.unir.net/educacion/revista/discapacidad-visual-en-el-aula/
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